En un lugar del mundo, de cuyo nombre sí quiero acordarme… Venero Claro
La colonia de Venero Claro se ubica en el paraje del mismo nombre, situado en la cuenca del arroyo Cabrera, un afluente del río Alberche por su margen derecha, en la ladera septentrional de la Sierra del Valle (Sierra de Gredos Oriental), en altitudes entre los 730 y 1959 metros sobre el nivel del mar (pico del Mirlo o Escusa).
Administrativamente se encuentra en el término municipal de Navaluenga, en la comarca del Alto Alberche, del sureste de la provincia de Ávila, comunidad autónoma de Castilla y León.
El topónimo ’Venero Claro’ posiblemente tenga relación con la existencia de un cauce o reguero (venero, por su similitud con las venas del sistema circulatorio) en la falda de la Sierra, de colores blanquecinos (claro) al estar el lecho desprovisto de vegetación y labrado en la roca de colores claros.
No es granito todo lo que reluce
¿Qué hay bajo el suelo de Venero?
El substrato de Venero Claro, como el de buena parte de la Sierra de Gredos, está formado por granitos, una roca ígnea o magmática (formada a partir del magma del interior de la Tierra) de tipo plutónico (enfriada en profundidad). Pero no todos los granitos de Venero Claro son iguales: según su composición de minerales hay varios tipos de granitos o granitoides: monzogranitos (colores grisáceos), granodioritas (gris oscuro), dioritas (negro) y leucogranitos blanquecinos).
Granitos con denominación de origen
Entre todos los diferentes tipos de granitos de la Sierra de Gredos y en particular de la Sierra del Valle, los granitos del subsuelo de Venero Claro no son unos granitos cualquiera: son unos granitos en los que abundan minerales como el cuarzo y los feldespatos, lo que hace que tengan coloraciones muy claras; de ahí que reciban el nombre de “leucogranitos” (de “leuco-”, claro o blanco). Es más, son tan singulares que en el mapa geológico de España a escala 1:50.000 reciben un nombre propio: Leucogranitos tipo Venero Claro.
..Y la Sierra se levantó
La Sierra de Gredos, aunque parezca que siempre ha estado ahí, en realidad se elevó respecto a la meseta circundante hace ’tan sólo’ unos 15 millones de años, durante la denominada orogenia Alpina, cuando la aproximación de las placas Europea y Africana aplastó la microplaca Ibérica, y la trans-misión de esfuerzos al interior peninsular reactivó antiguas fallas que elevaron gigantescos bloques (como la Sierra del Valle) y hundió otros (como los valles del Alberche y el Tiétar).
Pongámonos más técnicos, con lenguaje científico
Desde el punto de vista geoestructural, la cuenca se encuentra inmersa en su totalidad dentro de la Zona Centroibérica o Galaico-Castellana del Macizo Hespérico, caracterizada en el sector de Gredos por la presencia mayoritaria de formaciones plutónicas hercínicas sin y tardicinemáticas (Carbonífero superior). En concreto, está ocupada por granitoides de tipo monzogranítico de dos micas y grano medio-grueso, localmente porfídicos; en algunos puntos adoptan composiciones granodioríticas a cuarzomonzoníticas, con afloramientos de granodioritas moscovíticas. Sobre estos materiales del sustrato existen formaciones superficiales de edad cuaternaria constituidas por aglomerados, gravas, arenas y limos que cubren las laderas, fondos de valles y depresiones tipo nava.
La cuenca media-alta del río Alberche se estructura geomorfológicamente como una depresión tectónica (fosa del Alto Alberche; Vázquez, 1986) con configuración de graben asimétrico basculado hacia el sur, y flanqueado por los horsts de La Paramera y la sierra del Valle. Este último es un bloque elevado con alineación este-oeste, culminado por restos de una superficie de cumbres a una cota en torno a los 1800-1900 msnm, sólo interrumpida por collados que forman importantes bandas de fracturación (El Pico, Serranillos y Casillas). Las laderas que flanquean la estrecha divisoria son escarpadas y de elevadas pendientes, localizándose pequeños replanos a modo de hombreras de origen tectónico. La vertiente septentrional está drenada por una red de arroyos y torrenteras subparalelas que discurren encajados en estrechas gargantas aprovechando zonas de fracturación y arenización del substrato. En las cabeceras torrenciales existen restos de depósitos glaciares (o al menos de neveros), periglaciares (aristas y canchales) y gravitacionales; en las partes bajas de las laderas y fondos de las gargantas, depósitos torrenciales formando llanuras aluviales y conos de deyección.